Testimonio de Elda Durán


La escritora e investigadora argentina Elda Durán nos deja su testimonio de infancia en Neuquén, compartida con los mapuches

Fotografías de la autora

   Neuquen- Las Coloradas- Piedra Grande

                                            
                                     
                       



  









Neuquen- Las Coloradas- Inmensidad


   











 En la memoria de la tarde                                         

...a veces, recuerdo a mi niña en el umbral de la casa, las acequias murmurando el chisme cotidiano a cada lado de la calle. Y ella empeñada en fijar los ojos en otros mundos, ajenos a la alameda del frente, al torreón, la bicicleta tirada en la vereda esperándola a ella, mi niña, sumergida en los vientos ariscos de Cronin, en los sigilos estoicos de Strogoff.
Y antes aún, parada en la gran piedra de Las Coloradas, mirando los toldos cercanos de los que vendría el Parrita para enseñarle los tesoros de la mica y el carbón. Y el silbido, apenas una nota discordante en su boca pequeña mientras el Parra le indicaba así niña, así, vea, que el aire le salga para afuera. Y la montaña, cortando la inmensidad agreste del desierto amarillo, el brazo del río donde la madre de ella, mi niña, lavaba la ropa.

Me llegan de otro siglo las voces y las risas, la tina de madera humeante y la madre enjuagando el pelo rebelde y jabonoso con el chorro caliente del jarro enlozado que se multiplicaba en sus oficios de lechero, jardinero y enjuagador de niñas jubilosas en el baño de invierno.

Aprender la hora en el reloj redondo, dar vuelta las agujas y saber del cuarto y de la media, mirarse en la luna espejada del toilette antiguo, único lujo de la pieza de barro, la cocina económica, el farol, el patio grande como el desierto mismo, sin limites a la vista, arena y cardos.

También se escuchan otras voces cambiando yerba y azúcar por un bono, sin vuelto para el portador cetrino que armará en mayo la enramada con su gente, mientras el alemán del boliche se encierra temeroso y por esta vez no les escamotea el vino áspero y seco como su misma vida, sonando los cultrunes tres días seguidos de machi y camaruco.

La recuerdo toda, a mi niña digo, hasta algún día que se me perdió en el tumulto de los que crecieron sin darse cuenta. Será por eso que no dejo de buscarla en el recodo azul de la memoria de las tías. O en los ojos de la madre que no olvida decirle te acordás, te acordás aquel libro, aquel verano, la novela de la tarde, Chos Malal, los techos que trepaste rodilla agujereada, te acordás del paredón de los Luna, Villa Farrel, te acordás la señorita Salvattore, eras chiquita y la primera huelga, niñita peleadora,  te acordás tercer grado.
Tan bello verse en los ojos profundos de la madre para saber de mi niña siempre viva en el umbral azul de la memoria.

      Elda Durán

                                                                                                 -Febrero/2002-




Zoológicos humanos y repatriación de restos de indígenas secuestrados


Este documento visual es de gran importancia en el proceso de reivindicación de los pueblos originarios. Responde a un proyecto de restitución a su patria Chile de los restos de indios selk’nam abandonados en Europa. Se trata de una tarea de los investigadores chilenos Christian Báez y  Hans Mulchi- Bremer y  el inglés Peter Mason sobre un secuestro de selk’nams (indígenas fueguinos llamados “onas” por los yámanas y por los foráneos). Un empresario belga , Maurice Maitre, capturó a once selk’nams para participar en la  Exposición Universal de París (1889), con motivo de cumplirse 100 años de la Toma de la Bastilla,  celebrando “cien años de libertad, igualdad y fraternidad”. Entre sus atracciones se presentaron además la flamante Torre Eiffel y una “Aldea Negra”, compuesta por 400 nativos. Los europeos miraban a los indígenas como a animales (la exhibición se llamaba “zoológico humano”). Varios de ellos murieron contagiados de enfermedades, en medio del maltrato, el abuso y la humillación a sus personas y a su cultura. Un niño del grupo selk’nam llamado Calafate sobrevivió y retornó a Chile. El presente documental lleva su nombre.








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